Esther Jovaní Roda
Iñaki ¿Qué estaba haciendo en Guayaquil cuando se decretó el estado de alarma? Y, ahora confinado ¿A qué dedica su tiempo?
Iñaki Moreno : Impartiendo talleres de actuación. Durante la primera semana de confinamiento estuvimos pausados, sin saber muy bien qué hacer. Nuestro trabajo precisa del contacto humano, de la práctica en vivo. El intercambio en esos términos es indispensable para la formación del estudiante. Después se anunció el toque de queda. Fue entonces cuando decidimos mantener las sesiones por videollamada. Y así seguimos, llevamos 2 semanas. Es toda una experiencia que, probablemente, nunca hubiese experimentado en circunstancias normales.
Meisner y mediación
En mediación existen unas técnicas como el señalamiento, la puntuación…, y principios o reglas como el respeto por el relato del otro, escuchar, el lenguaje del yo que, viendo los vídeos de sus clases Meisner, nos ha evocado, aunque se denominen de otro modo. ¿Unos apuntes básicos para acercarnos a esta técnica?
Iñaki Moreno: Voy a tratar de no inmiscuirme en su disciplina, la cual desconozco y sería muy atrevido por mi parte entretejer mi disciplina con la suya. Por tanto, me atengo a responder desde el plano exclusivamente artístico, del aprendizaje de la actuación por parte del estudiante.
La técnica, que en realidad prefiero llamarla metodología de entrenamiento, se basa en el ejercicio de escuchar y responder de verdad. Para ello propone, en una primera instancia del proceso y, quizá, la más conocida, el llamado Juego de la Repetición.
Escuchar de verdad supone no dejar que interfiera la autoconsciencia, y permitirte escuchar lo que la otra persona tiene para darte, tanto a nivel de palabra como, fundamentalmente, a nivel de comportamiento. A veces las actrices pasan por alto cómo alguien les dijo tal o cual cosa, porque si lo tomaran en cuenta, se verían comprometidas. Y eso es otra de las cosas que entrenamos, comprometernos con la otra, quedar expuestas y vulnerables, dispuestas a recibir lo que provenga de la persona que tengamos frente a nosotras. A su vez, respondemos, desde nuestro punto de vista, expresando a través de nuestro comportamiento nuestra opinión de la experiencia que estoy viviendo provocada por nuestra compañera.
Por ejemplo, al comienzo dos estudiantes se miran, prestas a interesarse la una por la otra. De pronto, a una de las dos le llama la atención algo de la otra, puede ser el tierno rubor de sus mejillas, o la camisa desaliñada de almacén. Entonces se lo dice, sin filtros: “Tu camiseta es un desastre”. La otra estudiante, escucha, experimenta aquello que recibió. Le generó impulsos. Quizá le provoque tristeza escuchar ese comentario, vemos como su rostro se ensombrece, y sus hombros caen.
Entonces, esa tristeza, se la permite, la acepta y la “pone” en su respuesta a través de su comportamiento, pero repitiendo lo que su compañera le dijo, desde su punto de vista: “Mi camiseta es un desastre”, apenada, responde.
Trabajamos a partir de los impulsos que nos genera la otra, los liberamos, nos deshacemos de las ataduras sociales, de lo políticamente correcto, expresamos nuestra verdad, momento a momento, sin anticiparnos.
Este el punto de partida, la metodología avanza y se complica, vamos construyendo el instrumento actoral. Lo limpiamos, nos deshacemos de todo lo que no nos va a ayudar en nuestra labor. Lo contemplamos, nuestro cuerpo humano, nosotras, lo que somos, aprendemos a aceptarnos, y entonces los construimos como herramienta actoral.
Escuchándole, me reafirma lo dicho y espero poder hablar de ello en alguna ocasión, veo conexiones con principios esenciales de la mediación. Habla de verdad, de sinceridad, con lo que entraña respeto y, sin pretender hipérbole, acto terapéutico. Parece diferente de otros métodos actorales más encaminados a la proyección, de quien “actúa”, hacia las gradas, al público
¿Qué tiene la metodología Meisner , que aporta tales diferencias respecto de otros métodos actorales?
Iñaki Moreno: Es directa. Obliga a escuchar de verdad y trabaja el responder honestamente, sin subterfugios, empujando a la estudiante a no refugiarse en comportamientos socialmente aceptados. Lo hace desde el principio. Es una metodología muy específica en sus pasos, no se apoya en grandilocuencias, sino que desgrana cada instancia de construcción de la actriz para abordar con precisión cada uno de sus componentes. El Juego de la Repetición mantiene al margen a la autoconciencia, el mayor escollo que tenemos las actrices cuando estamos en escena, o frente a una cámara. Al tener que repetir una y otra vez, sin pausas (es importante! Sin pausas!), el cerebro no puede entrometerse en nuestro contacto con nuestra compañera, no tiene tiempo de manipular la situación, permite, pues, que nuestros más honestos impulsos campen a sus anchas.
Más allá del escenario actoral
Por lo que dice, parecería poder usarla en otros ámbitos profesionales, permítame insistir, ahora que está en boga usar instrumentos de una disciplina en diferentes campos. ¿Le han demandado esta técnica en algún espacio profesional fuera del actoral? Y si ha sido así, ¿cómo ha sido la experiencia?
Iñaki Moreno: He tenido alumnas terapeutas que me han comentado su semejanza con la Gestalt, u otras, relacionadas con el coaching. En alguna ocasión he usado la metodología para el trabajo con trabajadores de una misma empresa. Tienen la oportunidad de excusarse en el juego, y en que yo comando la sesión, me tienen que hacer caso, para liberarse, para dejar toda esa culpa a un lado. Descubren que pueden revelar lo que sienten sin consecuencias fuera del ejercicio (dentro sí, me hago cargo de lo que digo y de lo que recibo). Lo que sucede en el ejercicio es personal, profundo, íntimo, pero una vez digo “hasta aquí”, todos sonríen, exhaustos y sorprendidos de seguir allí, “con vida”, como si hubiesen bajado los rápidos de un río sobre un tronco. Termina el ejercicio y todo lo dicho se lo lleva el viento. Es parte del juego. Lo que nos decimos forma parte exclusivamente de la experiencia que se vive en ese preciso momento.
Muchas de las veces la mente nos juega una mala pasada, una no quiere revelar lo que siente, trata de manipular la situación a su conveniencia, etcétera. Todo eso, se ve, queda desnudado. Sólo queda, pues, decir la verdad, la de cada uno, desde su prisma.
“Me miras rara”
“¿Te miro rara?”
“¡Sí, me miras rara! ¡No me gusta!”
“No te gusta”
“No, no me gusta”
“No, no te gusta”
“Me incomoda”
“Te… incomoda”
“Me incomoda”
“No quiero hacerte sentir incómoda”
“No quieres hacerme sentir incómoda”
“No, de verdad… no quiero”
“No, de verdad, no quieres”
“No quiero…”
“Te pones triste”
“Sí, me pongo triste”
Y así.
Nada menos!.
Esta entrevista ha de continuar…
Esther Jovaní Roda
Vice-Presidenta II – IVMED
Confinada en Castellón, a 12 de abril del 2020